Cuando OpenAI, la empresa emergente de San Francisco, presentó a fines del año pasado su chatbot en línea ChatGPT, millones de usuarios quedaron cautivados por la forma bastante humana en la que respondía preguntas, escribía poesía y conversaba sobre casi cualquier tema. Pero lo que la mayoría de la gente tardó en darse cuenta es que este nuevo tipo de chatbot a menudo inventa cosas.
Cuando Google presentó un chatbot similar varias semanas después, generó datos sin sentido sobre el telescopio espacial James Webb.