La primera vez, los agentes de seguridad del metro lo encontraron en las afueras de la estación de Atocha, en Madrid. Cuando llegó su esposa, después de más de dos horas buscándole, no la reconoció. En otra ocasión, se perdió por los pasillos de un hospital. Más recientemente, al ir a un banco. Ahora, tiene miedo de salir. “Si no es conmigo, ya no quiere ir a la calle”, cuenta su esposa Asunción (nombre ficticio) durante la sesión del grupo de apoyo de familiares con alzhéimer.