Microsoft y OpenAI han reconocido que diferentes grupos cibercriminales han recurrido a herramientas como el robot conversacional ChatGPT para perfeccionar sus ciberataques. En concreto, por delincuentes, aparentemente, relacionados con los gobiernos de China, Rusia, Corea del Norte e Irán. Estos habrían recurrido a la tecnología para investigar a sus objetivos, mejorar la calidad de sus ataques y desarrollar nuevas técnicas basadas en ingeniería social para engañar a las víctimas.