Si os gusta la informática sabréis que de 2012 a 2017 la compañía americana Intel dominó sin discusión el negocio de los microprocesadores. Tanto en el sector profesional como en el entusiasta. Todo el mundo compraba procesadores Intel.
Esto cambió con la llegada de los procesadores Ryzen de AMD en 2017, que con una nueva arquitectura y con enormes cantidades de núcleos, hilos y caché destrozaron a Intel en rendimiento y consumo, los dos pilares sobre los que se habían sostenido durante ante años en la empresa azul.
Desde entonces AMD ha convencido a empresas y particulares, llegando a alcanzar una cuota altísima de usuarios, algo que parecía imposible unos años atrás.