Era un objetivo prioritario: desde las primeras horas del ataque contra Ucrania, a fines de febrero, el ejército ruso se apoderó de una represa y de una central hidráulica clave para alimentar en agua la anexionada península de Crimea.
Tres meses más tarde, las turbinas del sitio, ubicado en Nova Kajovka, en la región de Jersón, en el sur de Ucrania, funcionan en medio de un incesante estrépito.