En un contexto de creciente preocupación por la competitividad económica del país, los empresarios argentinos han alzado la voz para demandar al Gobierno una acción decidida contra la evasión impositiva, un problema que consideran una de las principales trabas para el desarrollo productivo y que afecta de manera significativa la sostenibilidad de los negocios formales. Durante el Coloquio de IDEA celebrado en Mar del Plata, líderes de diversos sectores se reunieron para expresar su inquietud por la elevada carga tributaria que enfrentan las empresas formales y la falta de medidas efectivas para contrarrestar la informalidad. Este encuentro no solo sirvió como un espacio de diálogo entre el sector privado y las autoridades, sino que también puso de manifiesto la urgencia de implementar reformas que equilibren el sistema fiscal y promuevan un entorno más justo para la inversión. Las críticas se centraron en cómo la evasión, que representa un porcentaje significativo del PBI, genera competencia desleal y afecta la sostenibilidad de los negocios que cumplen con sus obligaciones tributarias, dejando en claro que este es un desafío que no puede seguir postergándose.
La Evasión Impositiva como Obstáculo para la Competitividad
La magnitud de la evasión impositiva en Argentina ha sido uno de los temas más candentes durante el coloquio, donde se destacó que este fenómeno alcanza niveles alarmantes, llegando a representar cerca del 4% del PBI según estimaciones de expertos del sector. Representantes de empresas como Nicolás Braun, de la cadena de supermercados La Anónima, señalaron que en el comercio la evasión puede llegar al 60%, especialmente en rubros como la carne, donde tres de cada cuatro kilos se comercializan de manera informal. Esta situación crea una desventaja considerable para las empresas que operan dentro de la legalidad, ya que los comercios informales logran ofrecer productos hasta un 30% más baratos al evadir impuestos. El impacto no solo se refleja en la pérdida de mercado para las compañías formales, sino también en la disminución de la recaudación fiscal, lo que limita los recursos del Estado para financiar políticas públicas esenciales. Este desequilibrio, según los empresarios, requiere una intervención inmediata y estrategias más efectivas para garantizar que todos los actores económicos contribuyan de manera justa al sistema tributario.
Además, la evasión impositiva no solo afecta a las empresas, sino que también tiene un impacto directo en los consumidores, quienes terminan pagando precios más altos por productos y servicios debido a la carga tributaria que recae sobre los negocios formales. Otros ejecutivos, como Claudio Rodríguez de Sinteplast y Andrés Cavallari de Raizen, subrayaron cómo los impuestos elevan los costos de bienes esenciales, haciendo que productos como la pintura sean un 32% más caros que en países vecinos, o que el 45% del precio de la nafta corresponda a tributos. Esta realidad no solo encarece la vida cotidiana de los ciudadanos, sino que también reduce la competitividad de las industrias locales frente a mercados internacionales. Los participantes del coloquio coincidieron en que, sin una lucha frontal contra la evasión, será imposible nivelar las condiciones de competencia y atraer inversiones que impulsen el crecimiento económico. La necesidad de un sistema más equitativo se presenta como un reclamo unificado del sector empresarial, que busca respuestas concretas por parte de las autoridades.
La Carga Tributaria y la Complejidad del Sistema Fiscal
Otro de los puntos críticos abordados por los empresarios es la elevada presión fiscal que enfrentan, la cual, si se considera la evasión, puede llegar hasta el 45% del PBI al sumar los tributos nacionales, provinciales y municipales. Este porcentaje, combinado con un sistema impositivo que incluye más de 150 tributos distintos —aunque solo diez concentran el 90% de la recaudación—, genera una estructura compleja y difícil de gestionar para las empresas. Además, se criticaron impuestos distorsivos como las retenciones a las exportaciones, una medida que Argentina comparte con pocos países y que encarece los bienes y servicios, limitando la capacidad de las industrias para competir en el mercado global. Paul Graves, CEO de Río Tinto, enfatizó que el régimen fiscal es un factor clave en las decisiones de inversión extranjera, lo que pone en riesgo la llegada de capitales necesarios para el desarrollo económico. La simplificación del sistema tributario y la reducción de la presión fiscal se presentan como demandas ineludibles para mejorar el clima de negocios.
Por otro lado, la carga tributaria no solo afecta a las empresas, sino que también impacta directamente en los consumidores, quienes ven cómo entre el 33% y el 52% del precio final de los productos que adquieren corresponde a impuestos. Esta situación genera una percepción de inequidad, ya que los ciudadanos terminan soportando un peso desproporcionado mientras la evasión sigue sin ser controlada de manera efectiva. Durante el coloquio, se destacó que esta estructura fragmentada, junto con la falta de claridad en las políticas fiscales, desincentiva la formalización de los negocios y perpetúa un círculo vicioso de informalidad y pérdida de competitividad. Los empresarios insistieron en la necesidad de una reforma tributaria integral que no solo alivie la presión fiscal, sino que también promueva incentivos para que más actores económicos se integren al sistema formal. Sin estos cambios, el desarrollo sostenible del país seguirá enfrentando obstáculos significativos que afectan tanto al sector privado como a la sociedad en general.
Avances y Desafíos en la Relación con el Gobierno
A pesar de las críticas, los empresarios reconocieron algunos avances logrados por el Gobierno en su gestión reciente, como la eliminación del déficit fiscal y la obtención de un superávit primario, un logro destacado en la historia económica del país. También se valoraron medidas específicas, como la eliminación del Impuesto PAÍS, la reducción de aranceles de importación y la prohibición de tasas municipales en facturas de servicios públicos. Sin embargo, la frustración persiste debido a que estas iniciativas no han resultado en una disminución sustancial de la carga tributaria para las empresas. En los diálogos mantenidos con las autoridades durante el evento, las respuestas sobre posibles reducciones de impuestos fueron ambiguas, lo que genera incertidumbre entre los líderes empresariales. Esta falta de claridad sobre el rumbo de las políticas fiscales dejó un sabor agridulce entre los asistentes, quienes esperaban compromisos más concretos para abordar los problemas estructurales del sistema impositivo.
Asimismo, los empresarios expresaron su preocupación por la capacidad del Gobierno de avanzar en reformas tributarias profundas, considerando las necesidades fiscales del Estado y las limitaciones políticas en el Congreso. Aunque el reclamo por “nivelar la cancha” impositiva fue un tema recurrente en los paneles del coloquio, muchos temen que las aspiraciones de cambio queden frustradas por la falta de consenso político. La diversidad de opiniones entre los CEO refleja tanto la insatisfacción con la situación actual como la esperanza de que se implementen modificaciones estructurales en el corto plazo. La relación entre el sector privado y el Estado, aunque ha mostrado signos de apertura al diálogo, aún enfrenta desafíos significativos para traducir las demandas en acciones efectivas. Este escenario subraya la importancia de construir puentes de colaboración que permitan abordar de manera conjunta los problemas de evasión y presión fiscal que afectan la competitividad del país.
Reflexiones para un Futuro Fiscal Más Equitativo
Mirando hacia atrás, el Coloquio de IDEA en Mar del Plata marcó un momento clave en el que los empresarios alzaron su voz con determinación para exigir al Gobierno una lucha seria contra la evasión impositiva y una reforma tributaria que aliviara la carga sobre las empresas formales. Las discusiones dejaron en evidencia que, aunque se reconocieron avances en la gestión fiscal, la falta de medidas contundentes para reducir la presión tributaria y combatir la informalidad generó un sentimiento de frustración entre los asistentes. Este evento sirvió como un recordatorio de que la competitividad económica del país depende de un sistema impositivo más justo y eficiente.
Para avanzar, resulta fundamental que las autoridades prioricen estrategias que no solo incrementen la recaudación a través de la formalización, sino que también simplifiquen los tributos y promuevan incentivos para la inversión. Una colaboración más estrecha entre el sector público y privado podría ser la clave para diseñar políticas que equilibren las necesidades fiscales del Estado con las demandas de un entorno empresarial más competitivo. El desafío ahora radica en transformar estas demandas en acciones concretas que impulsen el crecimiento económico y garanticen un futuro más equitativo para todos los actores involucrados.