El reciente anuncio del expresidente Donald Trump ha captado la atención mundial al instaurar una táctica innovadora en la forma de «aranceles secundarios», imponiendo un arancel del 25% a los países que compren petróleo venezolano. Este movimiento se puso en marcha con el fin de cortar la principal fuente de ingresos del gobierno de Nicolás Maduro, alejándose así de las sanciones financieras tradicionales que, en su anterior mandato, no lograron los resultados esperados.
Antecedentes de las sanciones económicas
Impacto de las sanciones previas
Las sanciones económicas han sido un elemento recurrente en la política exterior de los Estados Unidos, experimentando un notorio aumento especialmente después de los atentados del 11 de septiembre. Durante la administración de Barack Obama, se impusieron entre 700 y 950 sanciones anuales. Sin embargo, con la llegada de Donald Trump al poder, esta cifra se duplicó, alcanzando las 2.000 sanciones anuales en 2018. La administración de Joe Biden no se quedó atrás, y en el contexto del conflicto con Rusia, las sanciones anuales ascendieron a más de 3.000, superando el total de 15.000 sanciones al final del mandato.
Estas cifras reflejan un uso intensivo de sanciones económicas como herramienta diplomática y coercitiva. No obstante, su efectividad ha sido puesta en duda, ya que los países afectados, entre ellos Rusia y Venezuela, han buscado activamente formas de evadir estas restricciones. La creación de sistemas financieros paralelos y mercados negros de petróleo que operan fuera del sistema económico del dólar ejemplifican estos esfuerzos. Aunque las exportaciones de petróleo han disminuido, lo han hecho en una medida menor a lo esperado, señalando la existencia de nuevos canales alternativos de comercio.
Nuevos métodos para evadir sanciones
La creatividad y determinación de los países sancionados como Rusia y Venezuela han llevado a la implementación de diversos mecanismos para sortear las restricciones impuestas. Uno de estos métodos incluye la creación de mercados negros donde se comercializa petróleo fuera del control del sistema financiero global liderado por el dólar. Estos mercados, aunque clandestinos, permiten a estas naciones mantener una parte sustancial de sus ingresos pese a las sanciones económicas.
Otro método utilizado ha sido la formación de alianzas estratégicas con países que buscan desafiar la hegemonía económica y financiera de Estados Unidos, creando nuevos acuerdos de comercio y utilizando monedas diferentes al dólar para las transacciones internacionales. Estas estrategias no solo demuestran la capacidad de los países sancionados para adaptarse, sino también subrayan las limitaciones de las sanciones tradicionales en un mundo globalizado y multipolar.
Los aranceles secundarios como nueva herramienta
Concepto y aplicación
La introducción de los «aranceles secundarios» busca imponer una presión económica indirecta a los países sancionados, extendiendo esta presión a los terceros países que decidan mantener relaciones comerciales con ellos. El concepto es claro: cualquier nación que compre petróleo a Venezuela, por ejemplo, se enfrentará a un arancel del 25% impuesto por Estados Unidos. Este mecanismo no solo se dirige a los ingresos directos del país sancionado, sino que también intenta disuadir a otros países de establecer o mantener relaciones comerciales con ellos.
Francisco Monaldi, de la Universidad Rice, explica que este nuevo enfoque en la guerra económica tiene como objetivo forzar al resto del mundo a cortar lazos con los países sancionados. Al imponer un costo significativo a los países que decidan continuar comerciando con naciones como Venezuela, Estados Unidos busca aislar aún más a estos regímenes autoritarios, limitando sus fuentes de financiamiento y poniendo en jaque su estabilidad económica.
Efectos en el comercio internacional
La implementación de los aranceles secundarios tiene el potencial de reconfigurar significativamente el comercio internacional. Aunque aviva el riesgo de inflación dentro de Estados Unidos, Trump sostiene erróneamente que serán los países sancionados quienes asumirán el costo de estos aranceles en lugar de los importadores estadounidenses. Sin embargo, el verdadero propósito de esta táctica es aislar a nivel económico a los países bajo sanciones, obligando a otras naciones a tomar partido o enfrentar consecuencias económicas sustanciales.
En la práctica, este tipo de medidas puede llevar a una mayor fragmentación de los mercados globales, con países buscando alternativas para evitar el impacto de estos aranceles. La incertidumbre y los costos adicionales podrían influir negativamente en las cadenas de suministro globales, aumentando los precios de los bienes y complicando las relaciones comerciales internacionales. A largo plazo, esto podría llevar a la formación de bloques económicos más cerrados y regionales, alterando la dinámica del comercio global.
Un nuevo escenario de guerra económica
Desafíos y riesgos
La estrategia de los «aranceles secundarios» busca ser una solución alternativa para consolidar el poder económico de Estados Unidos sin destruir la relevancia del dólar. Sin embargo, esta táctica lleva consigo ciertos desafíos y riesgos considerables. Primero, la imposición de aranceles adicionales puede exacerbar la inflación en Estados Unidos, elevando los costos para los consumidores y las empresas que dependen de bienes importados. Segundo, esta política podría desencadenar respuestas adversas por parte de los países afectados, quienes podrían implementar contramedidas contra productos estadounidenses.
Además, existe el riesgo de que otros países decidan crear alianzas y fortalecer sus relaciones para contrarrestar el aislamiento económico impuesto por Estados Unidos. Esta dinámica puede llevar a una mayor polarización y tensión en el ámbito global, afectando negativamente la cooperación y la estabilidad internacional. En un escenario donde la interdependencia económica es alta, el uso indiscriminado de esta táctica podría tener efectos contraproducentes.
El futuro del comercio global
El reciente anuncio del expresidente Donald Trump ha captado la atención mundial debido a la implementación de una táctica innovadora conocida como «aranceles secundarios». Esta medida consiste en imponer un arancel del 25% a los países que compren petróleo venezolano, con la intención de cortar la principal fuente de ingresos del gobierno de Nicolás Maduro y así presionar para un cambio en Venezuela. Este movimiento se diferencia de las sanciones financieras tradicionales que Trump había aplicado durante su mandato anterior, las cuales no lograron los resultados esperados en cuanto a presionar al régimen de Maduro. Con estos nuevos aranceles, se busca no solo impactar la economía venezolana de manera más directa, sino también desincentivar a otros países de hacer negocios con el gobierno venezolano, poniendo a Venezuela en una situación aún más complicada en el ámbito internacional y aumentando la presión sobre Maduro.