David Fideler, filósofo y divulgador científico norteamericano, sostiene que la física moderna nació de la tradición teológica aplicada a la interpretación del mundo. Según dicha tradición, Dios estableció unas leyes científicas; pautas mecánicas que subyacen en el universo y que mueven el mundo como un reloj cósmico.
Con tal planteamiento, la filosofía mecanicista por la cual toda realidad natural aloja en su interior una máquina, amplió la visión medieval del reloj cósmico al que se refería el sabio escolástico Nicolás Oresme (1323-1382) cuando comparó el universo con un gigantesco reloj mecánico al que bautizó como la “máquina del mundo” o machina mundi, dicho con sus propias palabras.