No están siendo los mejores años para los procesadores móviles y, en general, para cualquier componente electrónico. A lo largo de los últimos meses hemos atravesado diferentes estados de escasez y, lo cierto, es que no parece que vaya a terminar pronto. De hecho, puede que se alargue mucho más de lo esperado.
Al tener un panorama tan desolador las empresas tendrían que cambiar la forma en la que ensamblan sus dispositivos móviles. La elección de los procesadores como centros neurálgicos será más importante que antes, aunque esto suponga que los cambios sean distintos a lo que se espera a nivel general.