Desde que aparecieron las cargas rápidas hace ya más de un lustro, las compañías han apostado por mejorar sus tiempos, ya que era una forma de diferenciarse de la competencia. Cuando un teléfono anunciaba que se carga en dos horas salía otro que aseguraba hacerlo en 8 minutos.
Esta situación nos ha llevado a ver teléfono con cargas de 65W como algo habitual y que los tiempos se hayan reducido a menos de hora, algo impensable hace tan sólo 3 o 4 años.