El comercio minorista argentino ha enfrentado un abrupto freno en su trayectoria de recuperación, con una significativa contracción del consumo durante el mes de noviembre que enciende las alarmas de cara al cierre del año. Los datos del Índice de Ventas Minoristas Pyme, elaborados por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), revelaron una pronunciada caída del 4,1 % en la comparación interanual y un retroceso aún más agudo, del 9,1 %, con respecto al mes de octubre. Este doble movimiento negativo no solo revierte las señales de mejora observadas en meses anteriores, sino que también expone la fragilidad de la demanda interna ante un escenario macroeconómico complejo. La situación ha sido impulsada por una combinación de factores que impactan directamente en la capacidad de compra de los consumidores y en la operatividad de los comercios, generando un clima de profunda incertidumbre en uno de los períodos estacionalmente más importantes para el sector.
Un Vistazo Profundo a las Causas de la Desaceleración
La tendencia principal que se desprende del informe es una marcada desaceleración del consumo, cuya causa fundamental reside en el deterioro progresivo del poder adquisitivo de los salarios, erosionado por una inflación persistente que afecta con especial dureza a la canasta básica de alimentos. A este factor determinante se le suma la creciente dificultad para acceder al financiamiento, un pilar clave para el consumo de bienes durables. El encarecimiento del crédito y la saturación de los límites de las tarjetas de crédito actúan como un freno directo para la adquisición de productos de mayor valor, que dependen en gran medida de las compras en cuotas. Este contexto ha moldeado un comportamiento de consumo caracterizado por la cautela y una profunda racionalización del gasto, donde los consumidores priorizan la compra de productos esenciales y optan con frecuencia por segundas marcas para optimizar su presupuesto, postergando sistemáticamente las compras consideradas no urgentes, como la renovación de indumentaria o la adquisición de bienes para el hogar.
Desde la perspectiva empresarial, el clima es de creciente preocupación y las expectativas han comenzado a deteriorarse notablemente. A pesar de que el acumulado anual de ventas aún refleja un crecimiento del 3,4 %, la dinámica observada en noviembre encendió todas las alarmas en el sector comercial. El informe revela un cambio negativo en la percepción de los comerciantes: un 37 % de ellos indicó que su situación empeoró en comparación con el año anterior, lo que revierte la leve mejora anímica que había surgido tras las elecciones legislativas. Las proyecciones a futuro son mixtas y denotan una gran cautela; si bien un 48,6 % confía en una mejora para el próximo año, un significativo 43,7 % estima que su situación no cambiará. Adicionalmente, el clima de inversión se muestra decididamente adverso, con un 60,1 % de los comerciantes considerando que las condiciones actuales no son favorables para realizar desembolsos de capital, una percepción que limita severamente las posibilidades de expansión, modernización y generación de empleo en el sector pyme.
El Desempeño Dispar de los Sectores Minoristas
El análisis detallado por rubros muestra que el desempeño sectorial fue mayoritariamente negativo, con seis de los siete sectores medidos registrando caídas en sus ventas interanuales, concentrándose los descensos más significativos en bienes durables y de consumo discrecional. El sector de Perfumería fue el que exhibió el peor desempeño del mes, sufriendo una drástica caída del 17 % interanual y del 14,6 % mensual. Esta contracción se explica por una confluencia de factores, incluyendo una estacionalidad negativa tras el pico de ventas del Día de la Madre y fuertes aumentos de precios que disuadieron a los consumidores. A su vez, Bazar, Decoración, Textiles de Hogar y Muebles registró una de las bajas más importantes, con un -9,7 % interanual, debido principalmente al freno en las operaciones de mayor valor por las dificultades de financiamiento. En el caso de Ferretería, Materiales Eléctricos y de Construcción, las ventas disminuyeron un 3,2 % interanual, ya que la falta de crédito y la erosión de los ingresos limitaron la concreción de obras de mayor envergadura.
A pesar de ser un rubro de primera necesidad, Alimentos y Bebidas experimentó una notable caída del 5,9 % interanual, un claro indicador de la pérdida de poder adquisitivo que obliga a los consumidores a concentrarse en productos esenciales y migrar hacia segundas marcas. De manera similar, los sectores de Textil e Indumentaria y Calzado y Marroquinería mostraron retrocesos del 4,3 % y 1,7 % interanual, respectivamente, reflejando la postergación de compras por parte de los consumidores y una fuerte presión competitiva del comercio informal. En un panorama de caídas generalizadas, el rubro de Farmacia fue la única excepción, registrando un crecimiento interanual del 1,8 %. Sin embargo, este dato debe ser matizado, ya que en la comparación mensual también sufrió una baja del 9,1 %. El crecimiento interanual se debió principalmente a factores estacionales, como el aumento de cuadros alérgicos, que impulsaron la demanda de medicamentos, aunque dentro del mismo sector se observó una racionalización en el consumo de productos de cosmética.
Un Horizonte de Expectativas Cautelosas
En síntesis, los datos de noviembre reflejaron un cierre de mes marcado por la fragilidad financiera y una prudencia extrema por parte del consumidor. La desaceleración se convirtió en una señal de alerta que puso en duda la sostenibilidad de la recuperación económica en el sector comercial. La dependencia del crédito para el consumo de bienes durables demostró ser un punto crítico, y su encarecimiento impactó directamente en los volúmenes de venta. Las expectativas del sector minorista quedaron, en consecuencia, depositadas casi exclusivamente en el efecto estacional de diciembre. Los comerciantes esperaban que el tradicional dinamismo de las fiestas de fin de año, impulsado por el cobro del aguinaldo y la necesidad de realizar compras navideñas, pudiera amortiguar la fuerte caída de noviembre y mejorar los resultados del último trimestre. No obstante, la tendencia observada planteó un desafío estructural que trascendía lo coyuntural: una recuperación genuina y sostenida del consumo masivo dependerá, en última instancia, de una mejora real de los ingresos de la población y de la normalización del acceso al crédito en condiciones más favorables durante los próximos meses.
