En un momento crucial para el tejido empresarial de la provincia de Alicante, la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) se encuentra inmersa en un proceso de renovación de sus órganos de gobierno, un escenario que despierta gran expectativa entre los actores económicos de la región, y en el que la reciente candidatura de César Quintanilla a la presidencia de la CEV Alicante ha irrumpido como un elemento clave. La decisión de Joaquín Pérez, actual titular del cargo, de no presentarse a la reelección, ha dado un nuevo impulso a este contexto, posicionando a Quintanilla, reconocido por su trayectoria al frente de la Unión Empresarial de la Provincia de Alicante (UEPAL), como una figura que podría marcar un antes y un después en la dinámica del sector. Este movimiento no solo genera interés por su impacto inmediato, sino también por la posibilidad de superar las divisiones históricas que han fragmentado al empresariado alicantino durante años, abriendo la puerta a una etapa de mayor cohesión y colaboración.
La renuncia de Pérez ha sido interpretada como un gesto que allana el camino hacia la reconciliación y el entendimiento entre las diferentes sensibilidades del sector. En este sentido, Vicente Lafuente, aspirante a liderar la patronal autonómica, había instado previamente a alcanzar acuerdos que permitieran dejar atrás las tensiones del pasado. La propuesta de Quintanilla se alinea con esta visión, planteando un proyecto que no solo busca fortalecer la representación empresarial en Alicante, sino también consolidar su influencia dentro del marco más amplio de la Comunitat Valenciana. Este enfoque integrador resulta especialmente relevante en un momento en que los desafíos estructurales de la provincia demandan respuestas coordinadas y consensuadas, desde la mejora de infraestructuras hasta la lucha contra la infrafinanciación. Así, la candidatura presentada se percibe como una oportunidad para construir puentes y trabajar en un modelo de unidad que beneficie a todas las partes involucradas.
Propuesta y Visión de Futuro
Desafíos Estructurales del Empresariado Alicantino
Uno de los pilares fundamentales del proyecto de Quintanilla es abordar los retos estructurales que afectan al sector empresarial de Alicante, siendo la falta de infraestructuras adecuadas uno de los problemas más acuciantes. Esta carencia limita la competitividad de las empresas locales, dificultando su capacidad para crecer y adaptarse a las demandas del mercado. A ello se suma la infrafinanciación que sufre tanto la Comunitat Valenciana como la propia provincia, una situación que restringe las posibilidades de inversión en proyectos clave para el desarrollo económico. Resolver estas cuestiones no solo requiere voluntad política, sino también una voz unificada del empresariado que presione por soluciones efectivas. En este sentido, se plantea la necesidad de articular estrategias conjuntas que permitan visibilizar estas demandas y lograr avances concretos en el corto y medio plazo, posicionando a Alicante como un territorio prioritario en la agenda autonómica.
Otro desafío destacado es la garantía del suministro de agua, un recurso esencial para la actividad económica de la región, especialmente para sectores como la agricultura y la industria. La defensa de trasvases como los del Júcar y el Tajo se presenta como una prioridad ineludible, dado que la escasez hídrica amenaza la sostenibilidad de muchas empresas. Además, se subraya la urgencia de disponer de nuevo suelo industrial que facilite la expansión de las actividades productivas y la atracción de inversiones. Estas demandas, compartidas por la mayoría de los actores del sector, reflejan la necesidad de un liderazgo que no solo identifique los problemas, sino que también proponga soluciones viables. La visión planteada busca integrar estas inquietudes en un proyecto más amplio que contemple las particularidades de Alicante, sin perder de vista la importancia de la colaboración con el resto de la Comunitat Valenciana para alcanzar objetivos comunes.
Hacia una Mayor Cohesión Territorial
La cohesión territorial dentro de la Comunitat Valenciana es otro de los ejes centrales de la propuesta de Quintanilla, quien aboga por un modelo que fortalezca la posición de Alicante en las decisiones autonómicas. Esta visión implica no solo aumentar la visibilidad de la provincia, sino también garantizar que sus necesidades y prioridades sean consideradas en el diseño de políticas económicas regionales. Lograr este equilibrio no es tarea sencilla, ya que históricamente han existido desajustes entre las diferentes provincias de la región. Sin embargo, el enfoque propuesto se basa en la idea de que un proyecto compartido puede generar beneficios para todos, promoviendo una dinámica de cooperación que trascienda las fronteras territoriales. Este planteamiento resulta especialmente pertinente en un contexto donde la unidad del empresariado se presenta como un factor determinante para enfrentar los retos del futuro.
Además de la cohesión territorial, se pone énfasis en la importancia de defender los intereses de los sectores productivos de Alicante, muchos de los cuales enfrentan dificultades específicas que requieren atención inmediata. Desde la reducción de la carga burocrática hasta la simplificación de los trámites fiscales, las medidas planteadas buscan crear un entorno más favorable para la actividad empresarial, especialmente para las empresas familiares que constituyen una parte significativa del tejido económico local. Este compromiso con la mejora de las condiciones estructurales se complementa con el reconocimiento del legado de figuras como Joaquín Pérez, cuya experiencia y capacidad de diálogo son vistas como un activo valioso para la nueva etapa que se avecina. La integración de estas perspectivas en un proyecto común refuerza la idea de que la unidad es el camino más efectivo para superar las dificultades y proyectar a Alicante hacia un futuro competitivo.
Unidad como Motor de Cambio
Superando Divisiones Históricas
La narrativa que rodea esta candidatura refleja un optimismo renovado respecto a la posibilidad de superar las divisiones que han marcado al empresariado alicantino en el pasado. Durante años, las diferencias de criterio y los intereses particulares han generado fragmentación, debilitando la capacidad de actuación conjunta frente a los desafíos comunes. En este contexto, la propuesta de Quintanilla se presenta como un esfuerzo por tender puentes entre las diversas sensibilidades del sector, promoviendo un espíritu de colaboración que priorice los objetivos compartidos. Este cambio de paradigma resulta fundamental para construir una representación empresarial más sólida, capaz de articular demandas con claridad y eficacia ante las administraciones públicas y otros actores relevantes. La renuncia de Pérez, lejos de ser un obstáculo, se interpreta como una oportunidad para renovar el liderazgo y apostar por la reconciliación.
El compromiso con la unidad no se limita a un discurso retórico, sino que se traduce en acciones concretas orientadas a fortalecer el asociacionismo empresarial en la provincia. Se busca establecer mecanismos de diálogo que permitan a las diferentes asociaciones y entidades trabajar de manera coordinada, dejando atrás las tensiones que han dificultado el progreso en el pasado. Este modelo de trabajo conjunto no solo aspira a resolver los problemas inmediatos, sino también a sentar las bases de una colaboración sostenible a largo plazo. La experiencia de líderes anteriores, como la de Pérez, es vista como un recurso valioso que puede guiar este proceso, aportando una perspectiva estratégica que enriquezca las decisiones futuras. Así, el objetivo es claro: transformar la diversidad de opiniones en una fortaleza que impulse al sector empresarial de Alicante hacia nuevos horizontes de desarrollo y competitividad.
Un Futuro de Colaboración y Competitividad
Mirando hacia atrás, la etapa que culminó con la renuncia de Joaquín Pérez marcó un punto de inflexión en la dinámica empresarial de Alicante, al abrir la puerta a una renovación que muchos consideraron necesaria. La candidatura presentada por Quintanilla se consolidó como un símbolo de esperanza para superar las fricciones del pasado, apostando por un liderazgo que priorizara la unidad y la defensa de los intereses comunes. Las propuestas planteadas, centradas en la mejora de las infraestructuras, la lucha contra la infrafinanciación y la garantía de recursos esenciales como el agua, resonaron entre los actores del sector, quienes vieron en ellas una hoja de ruta clara para enfrentar los retos estructurales de la provincia. Este enfoque integrador, alineado con las necesidades de la Comunitat Valenciana, dejó una huella significativa en el camino hacia la cohesión territorial.
Como paso siguiente, se planteó la necesidad de establecer plataformas de diálogo permanente que involucraran a todas las partes del tejido empresarial, desde las grandes corporaciones hasta las pequeñas empresas familiares. Este mecanismo permitiría identificar de manera continua las prioridades del sector y articular respuestas coordinadas frente a los desafíos emergentes. Asimismo, se destacó la importancia de mantener una interlocución fluida con las administraciones públicas para garantizar que las demandas de Alicante fueran atendidas con la urgencia que requerían. La visión de futuro que se consolidó en este proceso apuntaba a una provincia más competitiva y unida, capaz de proyectarse como un referente económico dentro del panorama autonómico. Este legado, construido sobre la base del consenso y la colaboración, se perfiló como la clave para asegurar un desarrollo sostenible y equitativo en los años venideros.