En una noche única en Mugello, mientras los motores descansaban, la emoción se trasladó de las pistas a los platos en una carrera por el sabor y la innovación culinaria. El desafío «Master of Hospitality», patrocinado por GPone y el consorcio Prosecco DOC con el apoyo de Sky, convirtió por un momento las áreas de hospitalidad de los equipos de MotoGP en sofisticados restaurantes. No se trataba de cualquier evento, sino de uno donde la comida se elevó al nivel de la alta cocina y los paladares exigentes de periodistas y expertos en gastronomía y vinos se dieron cita para determinar qué equipo cruzaría la meta con el mejor menú. Los equipos han entendido que la competencia no termina en la pista, sino que se extiende a la atención y deleite de los comensales.
El ingenio culinario en las pistas
Fue el equipo Gresini, que ya había marcado tendencia en Le Mans, quien esta vez volvió a brillar pero en suelo italiano. Con la hospitalidad MotoE2X como escenario, el equipo demostró que la destreza no está relegada solo a la velocidad. Franco Battaini y Fonsi Nieto, conocidos por su pericia al manejar las Ducatis eléctricas, se pusieron el delantal y entregaron los manillares a favor de los gorros de chef. No fue un mero truco publicitario, sino una pasión palpable por la cocina, especialmente al verlos involucrados en la meticulosa preparación de raviolis, todo bajo la atenta mirada de los chefs Vincenzo Santangelo y Matteo Casadio de Ravenna. El Prosecco DOC se convirtió en el hilo conductor del menú, infundiendo su carácter en cada plato y presentando una Ducati, no como una máquina de velocidad, sino como un ornamento de distinción gastronómica.
La fusión de sabores y velocidad
Mientras los rugidos de los motores hacían una pausa en Mugello, la admiración se desplazó de las carreras a la gastronomía en un evento que combinó el arte culinario y la pasión por la innovación. El «Master of Hospitality», un evento respaldado por GPone y el consorcio Prosecco DOC, además del apoyo de Sky, transformó por una velada las zonas VIP de MotoGP en versiones de alta gama de restaurantes, donde la cocina alcanzó el nivel gourmet. No era un acontecimiento más; aquí, la exquisitez de los platillos compitió por ser protagonista, atrayendo las miradas de periodistas y conocedores de la buena comida y el vino que se congregaron para sentenciar qué escudería presentaría el menú estrella. Reconociendo que la rivalidad va más allá de las pistas, los equipos mostraron que su excelencia también se mide en saciar y fascinar a los paladares más refinados de sus invitados.
