El sostenimiento del sistema de salud en México descansa de manera desproporcionada sobre los hombros de sus ciudadanos, una realidad que se cuantificó en una asombrosa contribución total de 1.12 billones de pesos por parte de los hogares durante 2024. Esta cifra monumental, revelada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), no solo refleja los pagos directos por servicios y productos médicos, sino que también saca a la luz un componente a menudo ignorado pero fundamental: el trabajo no remunerado dedicado al cuidado de la salud. Del total aportado, 800,733 millones de pesos correspondieron a gastos de bolsillo, es decir, el dinero que las familias desembolsaron directamente para atender sus necesidades. Los restantes 318,261 millones de pesos representan el valor económico del tiempo y esfuerzo invertido por personas, mayoritariamente mujeres, en el cuidado de enfermos y dependientes, una labor silenciosa que apuntala el sistema sin recibir compensación formal. Esta dualidad entre el gasto visible y el trabajo invisible define la verdadera carga que asumen las familias mexicanas.
El Pulso Económico del Sector y la Carga Familiar
Un análisis detallado del gasto directo de los hogares, que ascendió a 800,733 millones de pesos, muestra un panorama claro de las prioridades y necesidades de la población, revelando dónde recae la mayor presión financiera. Casi la mitad de este monto, un 45.4%, se destinó a la adquisición de medicamentos y otros bienes de consumo para la salud, lo que sugiere una alta dependencia de las farmacias privadas para cubrir necesidades que el sistema público no siempre satisface. A esta categoría le siguieron los servicios de apoyo, como análisis clínicos y estudios de diagnóstico, con un 18.3%, las consultas médicas con un 15.3%, y finalmente los servicios hospitalarios, que representaron el 14.9% del gasto. En el plano macroeconómico, el sector salud en su conjunto generó un producto interno bruto (PIB) de 1.75 billones de pesos, equivalente al 5.2% del PIB nacional. Es notable que esta cifra se compuso por un 2.2% del sector público, un 2% del privado y un 0.9% proveniente del ya mencionado trabajo no remunerado. Además, el sector demostró su dinamismo con un crecimiento del 1.6% en 2024, superando el 1.4% de la economía nacional, y empleando a cerca de 2.2 millones de personas.
La Brecha Invisible en el Cuidado de la Salud
Más allá de las cifras monetarias, los datos de 2024 expusieron una profunda y persistente disparidad de género que subyace en el sistema de cuidados. El informe no solo cuantificó el gasto, sino que también iluminó una desigualdad social estructural al revelar que las mujeres asumieron la mayor parte de la carga del trabajo no remunerado. Concretamente, ellas realizaron el 69.9% de estas labores, mientras que la contribución de los hombres se limitó al 30.1%. Este hallazgo reveló que el valor económico de 318,261 millones de pesos asignado a estas tareas fue sostenido principalmente por el tiempo y el esfuerzo femenino, un aporte crucial que rara vez se reconoce en las políticas públicas o en las mediciones económicas tradicionales. Esta distribución inequitativa no solo representó una carga de tiempo y energía, sino que también implicó un costo de oportunidad significativo para millones de mujeres, limitando su participación en el mercado laboral formal, su desarrollo profesional y su independencia económica. Por lo tanto, el análisis de los costos de la salud en México dejó en evidencia que la sostenibilidad del sistema no solo tuvo un precio monetario elevado para las familias, sino que también se construyó sobre una base de desigualdad de género profundamente arraigada.
