En una era definida por la omnipresencia tecnológica, la existencia de una red de telecomunicaciones que cubre a la mayoría de la población se interpreta a menudo como sinónimo de inclusión digital. Sin embargo, la Cumbre Regulatel–ASIET–COMTELCA 2025, celebrada en Punta Cana, desafió esta percepción. Organizado por el Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel), este encuentro de alto nivel congregó a reguladores, líderes de la industria y organismos internacionales de América Latina, el Caribe y Europa con una misión clardesentrañar las complejidades que se ocultan tras los mapas de cobertura. El propósito fundamental no fue solo celebrar los avances en infraestructura, sino analizar con rigor los desafíos más apremiantes de la transformación digital y la ciberseguridad. El foco se centró en la construcción de un ecosistema digital que sea verdaderamente inclusivo, competitivo y sostenible, respondiendo a las necesidades reales de los ciudadanos y no solo a métricas técnicas que pueden enmascarar una profunda desigualdad en el acceso efectivo.
El Verdadero Rostro de la Brecha Digital
Más Allá de la Infraestructura
El núcleo del debate giró en torno a una distinción fundamental: la diferencia entre la cobertura de red y el acceso efectivo a los servicios. Guido Gómez Mazara, presidente del Indotel, articuló este problema al señalar que, aunque la infraestructura 4G y 5G en República Dominicana alcanza al 95 % de la población, subsiste una profunda «brecha de uso». Este fenómeno no se debe a la falta de señal, sino a barreras socioeconómicas que impiden que los ciudadanos se beneficien de la conectividad. La falta de asequibilidad de servicios y dispositivos, sumada a una carencia de habilidades digitales, es el verdadero obstáculo. Por ello, el concepto de «conectividad significativa» cobró protagonismo, proponiendo un cambio de paradigma. Esta visión trasciende el simple acceso a internet y se enfoca en la calidad de la conexión y en la capacidad de los individuos para utilizarla de manera productiva para acceder a telemedicina, educación a distancia o finanzas digitales. La conectividad, por tanto, debe entenderse no como un lujo, sino como una herramienta esencial para la movilidad social y la participación económica.
La Urgencia de Políticas Públicas Integrales
El consenso alcanzado fue la necesidad imperativa de fortalecer la cooperación regional y modernizar los marcos normativos. Claudia Ximena Bustamante, presidenta de Regulatel, destacó que la velocidad de la innovación ha dejado obsoletas las regulaciones del pasado, exigiendo enfoques más flexibles y basados en evidencia. Se concluyó que para cerrar la brecha de uso es imperativo que los gobiernos y el sector privado colaboren en políticas públicas integrales. Esto incluye desde la implementación de programas de alfabetización digital masivos y subsidios para planes de datos, hasta el fomento de contenido local relevante. La agenda de la cumbre reflejó esta visión, abordando la regulación inteligente para el despliegue de 5G y la resiliencia de infraestructuras críticas. Más allá del debate, esto se materializó en la presentación de una hoja de ruta regional, un plan de acción concreto que recibió el respaldo de países como Panamá, España, Costa Rica y Brasil, así como de organismos clave como Citel/OEA y GSMA, demostrando un compromiso unificado.
El Legado de una Visión Compartida
El encuentro en Punta Cana marcó un punto de inflexión decisivo para el futuro digital regional. La cumbre trascendió el diálogo convencional sobre infraestructura para dar paso a un debate más profundo sobre el verdadero significado de la inclusión. Se estableció un consenso inequívoco de que el éxito ya no podía medirse solo por porcentajes de cobertura, sino por las oportunidades reales que la tecnología generaba en la vida de las personas. La hoja de ruta regional, respaldada por un frente unido, sentó las bases para una nueva era de políticas públicas enfocadas en la asequibilidad, la capacitación y la seguridad. El traspaso de la Presidencia de Regulatel de Colombia a la República Dominicana para 2026 no fue un mero acto ceremonial; consolidó el liderazgo necesario para llevar adelante esta ambiciosa agenda. El legado de la cumbre fue claro: un compromiso firme para construir un ecosistema donde la conectividad fuese un puente efectivo hacia la equidad y el desarrollo sostenible en toda América Latina y el Caribe, transformando la promesa digital en una realidad tangible para todos.
