La tecnología que llevamos en nuestros bolsillos sobrepasa lo creíble en muchas ocasiones, como si no fuera ya fascinante que con un aparato de 200 gramos pudiéramos ver a nuestros padres a 2.000 km de distancia y en tiempo real.
La parte curiosa es que esa es una de las muchísimas cosas que nuestro smartphone puede hacer, ya que si queremos incluso podemos convertir a nuestro iPhone (que no Android) en un detector de ruidos bastante eficaz.