En los últimos años, las instituciones gubernamentales han financiado el desarrollo de hardware propio que alimente la infraestructura gubernamental en un movimiento por no depender de compañías externas y, sobre todo, de países enemigos (como podrían ser Rusia, China o Estados Unidos).
Esta tendencia, como os acabamos de explicar, nace del deseo de diseñar chips sin puertas traseras para que ningún organismo extranjero pueda colarse en los servidores críticos de tu país.