Seguramente, navegando por Internet, has visto alguna vez una página web con terminación .tk. Se trata del dominio de Tokelau, una pequeña isla situada en el Pacífico, con una población de apenas 1.400 habitantes.
Este pequeño territorio se ha convertido en un inesperado epicentro del cibercrimen global, lo que ha puesto de manifiesto la compleja red de factores legales, económicos y tecnológicos que permiten que florezcan las actividades ilícitas en la web.