Hace años que la inteligencia artificial va descabalgando a sus creadores, los humanos, de sucesivos tronos. Le tocaba el turno a la meteorología, una de las mayores creaciones humanas desde que los augures romanos y antes le abrían las tripas a algún animal para saber si era el momento idóneo para sembrar o si la mañana siguiente sería propicia para la guerra. Las predicciones meteorológicas actuales se hacen con modelos muy complejos basados en las leyes que gobiernan la dinámica de la atmósfera y los océanos y corriéndolos sobre algunos de los superordenadores más potentes del mundo.